ERMITA DE SAN JUAN O DEL SANTO CRISTO DE LOS REMEDIOS (BRIONES)

Viajando por tierras de La Rioja, te encuentras en la ermita de San Juan o del Santo Cristo de los Remedios, como popularmente se la conoce, ya que alberga la imagen del Cristo de los Remedios. Esta imagen tiene una gran devoción entre las gentes de Briones, por ser el patrón de la Villa.

Te damos la bienvenida y te invitamos a contemplar esta singular ermita levantada en el siglo XVIII sobre otro templo anterior dedicado a San Juan Bautista.

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La ermita actual es un bello edificio de sillería de arenisca, ejemplo de la cantería riojana de la época. Su construcción fue realizada entre los años 1737 y 1748 por Juan Bautista Arbaizar. En su fachada, la puerta de acceso se abre delimitada por contrafuertes cilíndricos. Sobre ella y enmarcada por columnas con aletones, puedes ver una hornacina con la imagen de San Juan -titular del primitivo templo- mientras que el conjunto es rematado con una espadaña de un solo hueco con campana.

En el interior, destaca la planta octogonal inscrita en un rectángulo, sus líneas curvas envolventes y su gran cúpula central como remate.

En la ermita hay expuestos ornamentos y diferentes elementos litúrgicos procedentes de la parroquia y de las ermitas cercanas, así como una curiosa colección de reliquias y relicarios. Del mismo modo, se conservan diversas pinturas y tallas de la época entre las que destaca un extraordinario lienzo correspondiente al “Descendimiento de la Cruz” ubicado en el fondo derecho.

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En los laterales hay dos pequeños retablos neoclásicos. A la derecha está la talla de Santo Domingo de la Calzada, patrón de La Rioja y en el lado opuesto, la talla de la Inmaculada Concepción, de tamaño natural.

Dirige tu atención a la cabecera del templo. Puedes ver tres llamativos retablos. En el de la izquierda distinguimos la talla de la Virgen del Carmen, con San Francisco de Sales en su parte superior, mientras que el de la derecha lo preside San José, con la talla de Santa Rita en el ático.

El retablo mayor es obra barroca de la primera mitad del siglo XVIII. Coronándolo se puede distinguir la imagen de San Juan Bautista, mientras que las tallas de la Dolorosa y San Juan Evangelista escoltan la imagen del “Santo Cristo de los Remedios”. Este Cristo ocupa la hornacina central desde el domingo siguiente al 14 de septiembre, fiesta de la “Exaltación de la Santa Cruz”, hasta el domingo posterior el 3 de mayo, fiesta de la “Invención de la Santa Cruz”. En esta fecha se realiza el traslado desde esta ermita hasta el templo parroquial, en una ceremoniosa y populosa procesión. Por ello, según la fecha de tu visita, la hornacina puede estar vacía. Sin embargo, puedes contemplar tan bella y admirada imagen presidiendo el retablo mayor de la iglesia de la Asunción.

Como ya hemos comentado, el domingo siguiente a la Cruz de septiembre -14 de septiembre-, la imagen retorna a su ermita en solemne procesión, acompañada por el devoto pueblo de Briones.

En nuestro país y en todo el orbe católico es muy común la veneración a “Cristo Crucificado”. El pueblo siempre ha sabido que el anuncio cristiano está anclado en una cruz, que Jesús nos libró del pecado y de la muerte muriendo en la cruz, que la salvación es un regalo de la sangre de Cristo, que todo es don gratuito de Dios y de su amor por nosotros y, que “Todo es gracia”.

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Antes de proseguir tu visita por la villa de Briones, queremos compartir contigo la oración dedicada al “Santísimo Cristo de los Remedios”, patrón de Briones. En un momento de pausa, puedes recitar esta plegaria, como han hecho miles de personas a lo largo de los siglos.



PLEGARIA AL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS REMEDIOS DE BRIONES

Jesús crucificado, por tus dolores, por tu agonía, por tu pasión. Oye mi ruego, mi súplica, Señor, misericordia, misericordia, misericordia.

Señor Dios mío, que en un madero, tu hermosa vida diste por mí, la voz de Briones, que te venera, la voz del pueblo traigo yo aquí. No le abandones, sé su remedio y su consuelo en el sufrir; que no podemos, bendito Cristo de los Remedios, vivir sin ti.

Cuando nos llegue la hora suprema, bendito Cristo mi redentor, haz que os veamos de luz rodeados entre los tules del arrebol. Haced que entonces todos tus hijos, pongan sus ojos en ti, mi Dios, y nos dirijas una mirada, una mirada de protección, y nos concedas gracia y perdón.

Y cuando llegue la hora suprema, haced que muera de amor de Dios, de amor de Dios.