IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA ASUNCIÓN (BRIONES)


(Recuerda que en cada capilla hay unos interruptores para iluminar los cuadros y retablos)


Querido visitante, eres bienvenido a la iglesia de Santa María de la Asunción. Este templo fue levantado por la devoción de las gentes de esta noble villa a Nuestra Señora y visitado por innumerables viajeros, peregrinos y mercaderes en su paso por Briones, buscando momentos de paz, recogimiento y oración.

El conjunto principal, edificado en el siglo XVI, es de estilo Gótico isabelino y renacentista, con planta de salón o hallenkirche, de tres naves divididas en cinco tramos. Sus dimensiones impresionan. La armonía del espacio y la altura de sus naves convierten este templo dedicado a la Asunción de María en uno de los ejemplos más relevantes de la arquitectura religiosa de La Rioja.

Al acceder al templo, posiblemente te ha sobrecogido su monumentalidad, las columnas nervadas que llevan tu vista hacia lo alto, a ese techo estrellado que cobija tan grandioso espacio y como no, al imponente órgano con el que te encuentras nada más entrar. Éste último fue realizado por Andrea de Gasparini en 1767. Posee una caja de estilo rococó con llamativos tonos azules y dorados, y es coronado con la talla del Rey David, cuya figura ha estado relacionada con la música desde tiempos bíblicos.

También sorprende la puerta principal con su peculiar tinte azulado. Son tonos que volverás a advertir en distintos lugares del templo, ya que el azul es el color de María. Azul, símbolo de santidad, confianza, armonía y realeza.

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Inicia la visita del templo por la nave de la epístola, situada a la derecha de la entrada principal. Allí se encuentra la Capilla del Rosario, cuya imagen está escoltada por las tallas de San José y San Roque, el cual muestra las llagas de su pierna y es acompañado por un Ángel, símbolo de la presencia divina que nos acompaña en nuestro caminar. En la parte superior, aparece la imagen de Santa Ana, madre de la Virgen y en la parte inferior, un Niño Jesús en el pesebre. Como puedes advertir, 15 lienzos barrocos correspondientes a los misterios del Rosario enmarcan la capilla cubiertos por un fondo celeste.

A continuación se encuentra la Capilla de la Concepción o “de los Hircio”. Está cerrada por una elaborada reja de hierro en crestería y, pese a sus reducidas dimensiones, es una de las más bellas de La Rioja, influyendo en obras posteriores. Ocupa este espacio un suntuoso sepulcro con la figura orante de Don Pedro de Hircio y en cuyo tímpano podemos ver un bello relieve de la Resurrección. Completa la capilla funeraria un espléndido retablo con una robusta imagen de la Inmaculada Concepción aplastando a la serpiente y con escenas de la vida de la Virgen. Este retablo es obra de Pedro de Arbulo, hijo de Briones, discípulo aventajado de Alonso Berruguete y uno de los escultores romanistas más importantes de España.

Es digno de mención que Pedro y Martín de Hircio, insignes riojanos, fueron compañeros de viaje de Hernán Cortés en la conquista de Nueva España.

Continúa tu visita con el sencillo retablo barroco de Santa Bárbara. A la talla principal acompañan las de San Francisco Javier y San Ramón Nonato, patronos de las Misiones y de las mujeres embarazadas respectivamente. Al llegar a la cabecera de la nave de la epístola, a la derecha encuentras la Capilla de los Perea. Fray Pedro de Perea, monje agustino, fue nombrado en 1619 primer obispo de Arequipa, tercera diócesis peruana, después de las de Cuzco (1537) y Lima (1541). Durante el periodo que ocupó la sede episcopal, ordenó levantar esta capilla, gracias a la donación de 40.000 ducados de la época.

Tras la sobria verja de hierro, descubre sobre el sepulcro la figura orante del propio Pedro de Perea. La escultura de tamaño natural parece mirar el retablo barroco que tiene delante de sus ojos. El relieve principal del retablo muestra “El abrazo de San Pedro y San Pablo”. En la parte inferior puedes observar “La crucifixión de San Pedro” y “La degollación de San Pablo”. Por último, el retablo es coronado con un sereno pero sugerente Calvario. 

Seguro que antes de llegar al lugar donde te encuentras, te has fijado en el retablo barroco que ocupa la cabecera de la nave, con la imponente y llamativa imagen que lo preside. Es la talla del Apóstol Santiago montado sobre un caballo blanco, popularmente conocido como “Santiago Matamoros”. Escoltando la figura ecuestre del Apóstol, patrón de España, están las imágenes de Santa Isabel de Hungría y San Fernando rey. A sus pies, la talla de San Antonio de Padua, uno de los pocos santos al que se le representa con el Niño Jesús en brazos. Por último, la caja central del ático está ocupada por una imagen de San Juan Bautista.

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Después de este recorrido por la nave de la epístola y de descubrir temas y figuras que quizás desconoces, llegas al altar. Aquí se encuentra el retablo mayor dedicado a la Asunción de María. Tanto a nivel espiritual como artístico, hemos de encuadrarlo dentro de un fenómeno general, posterior a la Reforma, de ensalzar el culto a la Madre de Dios. Esta magnífica obra fue erigida a comienzos del siglo XVII y consta de banco, tres cuerpos y ático. Del mismo modo, tiene cinco calles con relieves dedicados a escenas de la infancia de Jesús y de la vida de la Virgen, ensalzando su papel como Madre de Dios. Además, contiene dos entrecalles con tallas de santos.

Te recomendamos que tomes asiento para admirarlo con tranquilidad y profundizar en su belleza. Comencemos por la parte inferior denominada banco. Intercaladas entre las figuras de los evangelistas -San Lucas con el toro a sus pies; San Juan, llamado el águila de Patmos; San Mateo acompañado de un Ángel; y San Marcos y el león-, puedes observar los relieves del “Lavatorio”, “La Oración en el Huerto”, “El Prendimiento” y “Caída en el Camino del Calvario”. Son emotivas escenas con una gran expresividad y pertenecientes a la Pasión del Señor. Bajo las columnas laterales, se encuentran las efigies de distintos santos medievales y con gran arraigo en tierras riojanas. A la izquierda, San Emeterio, San Benito y San Agustín, y a la derecha están las tallas de San Francisco, Santo Domingo de la Calzada y San Celedonio.

Prosigue observando las calles laterales. Los relieves de “La Anunciación”, “La Natividad” y “Jesús entre los Doctores” ocupan de abajo a arriba la calle izquierda. Mientras, en la calle derecha puedes descubrir los relieves correspondientes a “La Visitación”, “Epifanía del Señor” o adoración de los Magos y “La Huida a Egipto”.

En el primer cuerpo, custodiada por las esculturas de San Pedro y San Pablo, se encuentra la hornacina central. Está presidida alternativamente por la hermosa talla gótica de la Virgen de la Estrella (finales del siglo XIII), Virgen sentada con el Niño en su regazo; o por el “Cristo de los Remedios”, patrono de Briones. Este Cristo ocupa este relevante lugar desde la Cruz de mayo a la Cruz de septiembre. Para ser más precisos, desde el 3 de mayo, fiesta de la “Invención de la Santa Cruz” hasta el 14 de septiembre, fiesta de la “Exaltación de la Santa Cruz”.

Continúa con el segundo cuerpo del retablo. Entre las tallas de San Andrés y San Bartolomé, puedes ver “La Asunción”, advocación a la que está consagrado este templo. Representa el momento en el que la Virgen María al final de su vida, es llevada al Cielo en cuerpo y alma. Seis ángeles la transportan a la Gloria y la coronan como Reina de los Cielos.

En este tercer y último cuerpo, las tallas de dos apóstoles anónimos escoltan el grupo escultórico dedicado a “La Santísima Trinidad”. El Padre, representado como un anciano coronado con una esfera en sus manos y sentado en un trono. A su derecha, el Hijo, acompañado de los símbolos de la Pasión. Entre ellos, la paloma que representa al Espíritu Santo.

En el ático y coronando este majestuoso retablo, puedes descubrir la representación del “Calvario” con su habitual composición iconográfica. Cristo crucificado acompañado de su madre que parece volver la cara para no ver a su hijo muerto, y el discípulo amado, San Juan Evangelista.

En este magnífico retablo, pasa desapercibido el mayor tesoro que podemos encontrar en este templo, la Presencia Eucarística del Señor en el Sagrario. Cristo vivo nos ha salvado y redimido, gratuitamente nos ha regalado la vida eterna y está en todo momento a nuestro lado.

Después de este descanso, proseguimos nuestra visita dirigiéndonos a la nave del Evangelio. En su cabecera se encuentra el retablo barroco dedicado a San Sebastián y presidido por su talla. Acompañándolo a los lados, las imágenes de San Blas y San Isidro, mientras que en la parte inferior se encuentra la figura romanista de la Virgen del Rosario. Junto a ella, la figura de San Francisco de Asís, ajena al retablo. El retablo es coronado con la imagen de Santa Teresa.

A la izquierda del retablo, bajo la grandiosa imagen de “San Cristóbal portando al Niño”, se encuentra la puerta que da acceso a la sacristía que se puede contemplar perfectamente iluminada.

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La sacristía es un edificio más dentro del propio templo. Brilla con luz propia y destaca por su fuerza y dramatismo el “Cristo tras la flagelación” que se puede ver al fondo. Es la pieza principal de la colección de lienzos que cuelgan de sus muros. Seis lienzos con escenas de la vida de la Virgen e infancia de Jesús. El lado izquierdo lo ocupan “La Circuncisión”, “La Epifanía de Señor” y “La Anunciación”. Mientras, a la derecha, están situados “El Niño en el Templo”, “La Huida a Egipto” y “La Natividad”. Los lienzos de la sacristía son obra de Mateo Cerezo, excepto el del fondo que fue realizado por Cerezo, el hijo.

Otros cuadros, junto a cantorales, sacras, relicarios y diversos objetos de culto se guardan también en su interior, aunque sin olvidar la espléndida muestra de tejidos que reposan en las entrañas de la magnífica cajonería romanista del siglo XVI.

No puedes olvidar la entrañable y peculiar imagen del Niño Jesús de la Bola que está a tu derecha. Se trata de una talla romanista realizada en 1623 por Hernando de Murillas, “El Viejo”.

Continúa tu recorrido por el templo. Junto a la sacristía puedes observar la Capilla de Tenorio o de la Visitación, donde destaca sobremanera en el muro derecho el extraordinario retablo de pintura sobre tabla atribuido a Juan de Borgoña y realizado en torno al 1520. Está compuesto de escenas marianas y de santos, siendo el conjunto más elegante y refinado del siglo XVI en toda La Rioja. Además, una cenefa gótica a su alrededor lo embellece aún más.

Al fondo, se encuentra el retablo procedente del desaparecido Monasterio de La Estrella. La Virgen de los Ángeles aparece en su caja central, rodeada de diversas imágenes de santos. Coronando el conjunto, un lienzo del “Padre Eterno”. A sus lados, están los cuadros correspondientes a la aparición de la citada Virgen de la Estrella y a la izquierda, la pintura sobre tabla de San Miguel Arcángel (Juan Fernández de Navarrete “El Mudo”), antiguo titular del retablo.

Una imponente reja te da la bienvenida a la Capilla del licenciado Vicio o de la Presentación. Fundada por Francisco López de Vicio y Ollauri. Lo más sobresaliente de este espacio es el retablo ubicado en el muro derecho. Su titular es una bella escena de la Presentación de la Virgen en el templo, con San Benito y San Miguel a sus lados. En la predela aparece un relieve de la Piedad y los evangelistas completan el conjunto. Diferentes tallas relativas a la Pasión ocupan el retablo del fondo. Todas ellas procesionan por las calles de Briones durante la Semana Santa.

Vas acabando la visita a este templo donde se ha unido arte y fe. Pasa por delante de la monumental escalera abalaustrada que da acceso al coro. El coro atesora una magnifica sillería de 23 asientos altos y 14 bajos con una extraordinaria decoración. Además, tiene una extensa colección de cantorales en pergamino y diversas tallas provenientes de las ermitas de la zona.

Te falta visitar la última capilla. Se trata de la Capilla de Juan de Castrejana, contador del Tribunal de la Inquisición de Toledo y natural de Briones. La capilla es sólida y elegante al mismo tiempo. Luce pilastras corintias que soportan arcos sobre los que se yergue una cúpula por donde penetra la luz, iluminando el recinto. De otra forma, quedaría muy oscuro. A la izquierda, se ubica el sepulcro con bulto orante del donante. De frente, el retablo barroco de 1680 con la imagen de Cristo, relicarios y otros santos. A sus pies, la pila bautismal del siglo XIV.

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Esperamos que tu visita haya sido grata. Antes de abandonar el templo para seguir tu camino, puedes profundizar en la vida de los Santos que componen los diferentes retablos gracias a los enlaces que hay en el texto.

Para finalizar esta visita, te invitamos a tener un rato de recogimiento y oración, a sentarte en silencio ante la acogedora presencia de Nuestra Madre, en cuyo honor se erigió este templo, meditando su vida de entrega y gratitud. O simplemente puedes alabar y glorificar al Señor en su presencia frente al Sagrario. Para ello, dispones de dos oraciones que pueden ayudarte en estos momentos de interiorización.



PLEGARIA AL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS REMEDIOS DE BRIONES

Jesús crucificado, por tus dolores, por tu agonía, por tu pasión. Oye mi ruego, mi súplica, Señor, misericordia, misericordia, misericordia.

Señor Dios mío, que en un madero, tu hermosa vida diste por mí, la voz de Briones, que te venera, la voz del pueblo traigo yo aquí. No le abandones, sé su remedio y su consuelo en el sufrir; que no podemos, bendito Cristo de los Remedios, vivir sin ti.

Cuando nos llegue la hora suprema, bendito Cristo mi redentor, haz que os veamos de luz rodeados entre los tules del arrebol. Haced que entonces todos tus hijos, pongan sus ojos en ti, mi Dios, y nos dirijas una mirada, una mirada de protección, y nos concedas gracia y perdón.

Y cuando llegue la hora suprema, haced que muera de amor de Dios, de amor de Dios.


ORACIÓN A NTRA. SRA. DE LA ASUNCIÓN

Madre en el cielo, tú eres esplendor que no ensombrece la luz de Cristo, porque vives en él y para él. Tú eres la inmaculada, eres transparencia y plenitud de la gracia.

Aquí estamos, pues, tus hijos, para buscar amparo bajo tu materna protección e implorar confiados tu intercesión ante los desafíos ocultos del futuro.

Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más débiles: A los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los adolescentes rebeldes; a los jóvenes en busca de sentido, a las personas adultas que no tienen empleo y a las que padecen hambre, olvido, violencia y enfermedad.

Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.

Abre nuestros corazones a la justicia y al amor, y guíanos hacia una comprensión recíproca y hacia un firme deseo de paz. Amén.